lunes, 1 de noviembre de 2010

Señales de humo

Porque una persona siempre será más y distinto a lo que se puede ver de ella, y una vez consigamos ver, y entender lo que hemos visto, nos daremos cuenta que tanto nosotros mismos como esa persona a la que queremos ver cambiamos tan rápido que lo que podíamos haber visto, ya no significa nada. No conocemos sino el humo que produce el fuego que es una persona.

Y aunque los pilares de su valores que sujetan las vigas de su personalidad, la fuente de lo que es una persona puede que no cambien, la persona en si cambiará tanto como un árbol que pierde hojas y ramas para ganarlas en un lugar distinto, moldeados por las condiciones que le impone la vida.

Y no solo es nuestra limitada capacidad de entender sumado a la cambiante forma de las personas nuestra única limitación. A ello tenemos que añadirle que cada uno de nosotros lleva una careta, una careta que modifica a la vista de los demás lo que somos, escondiendo nuestros propios miedos y complejos.

Entonces, ¿cómo sabes cuando conoces a una persona? ¿Qué haces si alguien que sabe leer mejor las señales o ha estado más cerca de la fuente te advierte de que la imagen que tu tienes es una ilusión creada a medias por tu incapacidad de ver más allá del humo y tus propias necesidades y deseos?

Llegas a la conclusión de que debes ignorar esas señales, destruir esa imagen e intentar leer y ver más allá, conocer de manera más profunda y verídica. Pero tu necesidad de ser amado y tu deseo de amar te hacen ver exactamente lo mismo que la primera vez.

Entonces te das cuenta que todas tus creencias son una manipulación, primero a través de la máscara de las personas a las que deseas conocer, después gracias a la advertencias de que tus conclusiones sobre estas podrían estar desencaminadas y por último por tus propios deseos que te han hecho malinterpretar lo que veías.

En ese momento tienes miedo, desconoces la realidad y te das cuenta de que no te conoces a ti mismo. Miras hacia dentro y solo ves humo, que solo sabes interpretar con los prejuicios de tu propia careta, la influencia de las opiniones de los demás y el espejo en el que ves lo que desearías ser.

Lo peor es que intentando sacar alguna conclusión lo único que ves es las formas cambiantes del humo y la necesidad de buscar apoyo en lo que antes te ha manipulado, podando y dando forma a lo que eres. Y te asustas todavía más al darte cuenta que lo que antes habías considera inmutable, el esqueleto de lo que eres, los valores que sustentan tu personalidad son solo el producto de manipulaciones anteriores.

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